"Ésta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que herviría para mezclarla con el café y hacer café con leche. Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita."

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.

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sábado, 20 de octubre de 2018

PERSONAJES INOLVIDABLES. DOROTHY, DE L. FRANK BAUM.



Estimados Poeliteratos: 


Hoy, 20 de octubre del 2018, en nuestra sección "Personajes Inolvidables" hablaremos de Dorothy, el personaje principal de la obra de L. Frank Baum, El Mago de Oz. Con los pies bien puestos en sus zapatos color rubí, Dorothy enfrenta sus deberes de la realeza con entusiasmo, valentía y la energía de una niña de campo. Y se trate de magia, de chiquillos, de monos voladores o de su archienemiga, Dorothy está siempre lista para encontrar y ponerle fin a cualquier problema que se interponga en el camino de Oz. Algunos amigos conocidos acompañan a Dorothy en sus aventuras: León, cuya valentía recientemente adquirida sigue siendo fugaz; el Hombre de Hojalata, que está descubriendo las emociones que trae un corazón nuevo; el Espantapájaros, que está estrenando cerebro; y, por supuesto, su perrito Toto. Con sus nuevos amigos a su lado y sus zapatos color rubí en los pies, Dorothy sigue el camino amarillo hacia travesuras mágicas y se embarca en aventuras emocionantes que solamente una tierra como Oz puede dar.

¿Quién era L. Frank Baum?
(Chittenango, 1856 - Hollywood, 1919) Narrador norteamericano, autor de El mago de Oz (1900) y de una serie de novelas sobre la imaginaria tierra de Oz. Junto al escocés James Matthew Barrie, creador de Peter Pan, Lyman Frank Baum es considerado uno de los primeros clásicos de la literatura infantil del siglo XX.
Dedicado al periodismo desde 1880, L. Frank Baum tuvo gran éxito popular con su obra Father Goose (1889) y con una serie de libros sobre la fantástica tierra de Oz, entre ellos The Wonderful Wizard of Oz (El mago de Oz, 1900) y Ozma of Oz(1907). Dirigido en apariencia a un público infantil, esta impresionante serie (formada por catorce libros que fueron auténticos best-sellers) constituye un cuento de hadas, serio y delicioso, de Norteamérica, cuyos personajes y aventuras dan vida a una ideal América agrícola. Escribió, además, otros libros para niños bajo diversos seudónimos.
Pese al éxito de ventas que la novela cosechó en su momento, particularmente entre el público infantil de Gran Bretaña, El mago de Oz es un título que actualmente se asocia menos a la novela de L. Frank Baum que a su adaptación cinematográfica, realizada en 1939 por Victor Fleming. Gran clásico de la historia del cine, El mago de Oz encumbró a la actriz protagonista, Judy Garland, cuya interpretación del tema Over the Rainbow es uno de los momentos emblemáticos del género musical. 

Las diferencias entre el filme y la novela son notables. La película empieza con el episodio de una mujer que pretende quedarse con el perro Totó porque éste la ha atacado, mientras que la novela se inicia con el tornado que lleva a Dorothy Gale y a su perrito a un extraño país. En la producción cinematográfica se suprimieron numerosas aventuras, como la de la reina de los ratones, la del país de porcelana, la del bosque de los animales o la del país de los cabezudos. Sin embargo, se mantuvieron los episodios esenciales, como los del espantapájaros, el león o el leñador de hojalata.
Filmada en un espléndido technicolor que subraya un mundo de fantasía, la realización de la película tuvo sus dificultades. Hacia el final del rodaje, King Vidor sustituyó a Fleming debido al compromiso de éste con la célebre superproducción Lo que el viento se llevó (1939). Por extraño que pueda parecer desde una perspectiva actual, El mago de Oz obtuvo una fría acogida en su estreno comercial, y tuvieron que pasar veinte años antes de que obtuviera el triunfo que se merecía. A finales de la década de 1950, la cadena de televisión estadounidense CBS la estrenó durante su programación navideña, y la entusiasta respuesta de los espectadores acabó por hacer justicia a este clásico del cine infantil.


A continuación, os paso el primer capítulo de la obra de L. Frank Baum, El Mago de Oz. Espero que os guste. 
PRIMER CAPÍTULO
EL CICLÓN

Dorothy vivía en medio de las extensas praderas de Kansas, con su tío Henry, que era granjero, y su tía Em, la esposa de éste. La casa que los albergaba era pequeña, pues la madera necesaria para su construcción debió ser transportada en carretas desde muy lejos.
Constaba de cuatro paredes, piso y techo, lo cual formaba una habitación, y en ella había una cocina algo herrumbrada, un mueble para los platos, una mesa, tres o cuatro sillas y las camas.
El tío Henry y la tía Em tenían una cama grande situada en un rincón, y Dorothy ocupaba una pequeñita en otro rincón. No había altillo ni tampoco sótano, salvo un hueco cavado en el piso, y al que llamaban refugio para ciclones, donde la familia podía cobijarse en caso de que se descargara un huracán lo bastante fuerte como para barrer con cualquier edificio que hallara en su camino. A este hueco -pequeño y oscuro- se llegaba por medio de una escalera y una puerta trampa que había en medio del piso.
Cuando Dorothy se detenía en el vano de la puerta y miraba a su alrededor, no podía ver otra cosa que la gran pradera que los rodeaba. Ni un árbol ni una casa se destacaba en la inmensa llanura que se extendía en todas direcciones hasta parecer juntarse con el cielo. El sol había calcinado la tierra arada hasta convertirla en una masa grisácea con una que otra rajadura aquí y allá. Ni siquiera la hierba era verde, pues el sol había quemado la parte superior de sus largas hojillas hasta teñirlas del mismo gris predominante en el lugar. En un tiempo la casa estuvo pintada, pero el calor del astro rey había levantado ampollas en la pintura y las lluvias se llevaron a ésta, de modo que la vivienda tenía ahora la misma tonalidad grisácea y opaca que todo lo que la circundaba.
Cuando la tía Em fue a vivir allí, era una mujer joven y bonita; pero el sol y los vientos también la habían cambiado, robando el brillo de sus ojos,•; que quedaron de un gris plomizo, y borrando el rubor de sus labios y mejillas, los que poco a poco fueron adquiriendo la misma tonalidad imperante en el lugar. Ahora era demasiado enjuta y jamás sonreía. Cuando Dorothy quedó huérfana y fue a vivir con ella, la tía Em solía sobresaltarse tanto de sus risas que lanzaba un grito y se llevaba la mano al corazón cada vez que llegaba a sus oídos la voz de la pequeña, y todavía miraba a su sobrina con expresión de extrañeza, preguntándose qué era lo que la hacía reír.
Tampoco reía nunca el tío Henry, quien trabajaba desde la mañana hasta la noche e ignoraba lo que era la alegría. El también tenía una tonalidad grisácea, desde su larga barba hasta sus rústicas botas, su expresión era solemne y dura.
Era Toto el que hacía reír a Dorothy y el que la salvó de tornarse tan opaca como el medio ambiente en que vivía. Toto no era gris; era un perrito negro, de largo pelaje sedoso y negros ojillos que relucían alegres a ambos lados de su cómico hocico. Toto jugaba todo el día y Dorothy le acompañaba en sus juegos y lo quería con todo su corazón.
Empero; ese día no estaban jugando. El tío Henry se hallaba sentado en el umbral y miraba al cielo con expresión preocupada, notándolo más gris que de costumbre. De pie a su lado, con Toto en sus brazos, Dorothy también observaba el cielo. La tía Em estaba lavando los platos.
Desde el lejano norte les llegaba el ronco ulular del viento, y tío y sobrina podían ver las altas hierbas inclinándose ante la tormenta. Desde el sur llegó de pronto una especie de silbido agudo, y cuando volvieron los ojos en esa dirección vieron que también allí se agitaban las hierbas.
El viejo se levantó de pronto.
-Viene un ciclón, Em-le gritó a su esposa-. Iré a ocuparme de los animales.
Y echó a correr hacia los cobertizos donde estaban las vacas y caballos.
La tía Em dejó su trabajo para salir a la puerta, desde donde vio con una sola ojeada el peligro que corrían.
-¡Aprisa, Dorothy! -chilló-. ¡Corre al sótano!
Toto saltó de entre los brazos de la niña para ir a esconderse bajo la cama, y Dorothy se dispuso a seguirlo, mientras que la tía Em, profundamente atemorizada, abría la puerta trampa y descendía al oscuro refugio bajo el piso. Al fin logró Dorothy atrapar a Toto y se volvió para seguir a su tía; pero cuando se hallaba a mitad de camino arreció de pronto el vendaval y la casa se sacudió con tal violencia que la niña perdió el equilibrio y tuvo que sentarse en el suelo.
Entonces ocurrió algo muy extraño. La vivienda giró sobre sí misma dos o tres veces y empezó a elevarse con lentitud hacia el cielo. A Dorothy le pareció como si estuviera ascendiendo en un globo.
Los vientos del norte y del sur se encontraron donde se hallaba la casa, formando allí el centro exacto del ciclón. En el vórtice o centro del ciclón, el aire suele quedar en calma, pero la gran presión del viento sobre los cuatro costados de la cabaña la fue elevando cada vez más, y en lo alto permaneció, siendo arrastrada a enorme distancia y con tanta facilidad como si fuera una pluma.
Reinaba una oscuridad muy densa y el viento rugía horriblemente en los alrededores, pero Dorothy descubrió que la vivienda se movía con suavidad. Luego de las primeras vueltas vertiginosas, y después de una oportunidad en que la casa se inclinó bastante, tuvo la misma impresión que debe sentir un bebé al ser acunado.
A Toto no le gustaba todo aquello y corría de un lado a otro de la habitación, ladrando sin cesar; pero Dorothy quedóse quieta en el piso, aguardando para ver qué iba a suceder.
En una oportunidad el perrillo se acercó demasiado a la puerta abierta del sótano y cayó por ella. Al principio pensó la niña que lo había perdido; pero a poco vio una de sus orejas que asomaba por el hueco, y era que la fuerte presión del huracán lo mantenía en el aire, de modo que no podía caer. La niña se arrastró hasta el agujero, atrapó a Toto por la oreja y lo arrastró de nuevo a la habitación después de cerrar la puerta trampa a fin de que no se repitiera el accidente.
Poco a poco fueron pasando las horas y Dorothy se repuso gradualmente del susto; pero se sentía muy solitaria, y el viento aullaba a su alrededor con tanta fuerza que la niña estuvo a punto de ensordecer. Al principio habíase preguntado si se haría pedazos cuando la casa volviera a caer; mas a medida que transcurrían las horas sin que sucediera nada terrible, dejó de preocuparse y decidió esperar con calma para ver qué le depararía el futuro. Al fin se arrastró hacia la cama y acostóse en ella, mientras que Toto la imitaba e iba a tenderse a su lado..
A pesar del balanceo de la cabaña y de los aullidos del viento, la niña terminó cerrando los ojos y se quedó profunda mente dormida.

Espero que os haya gustado esta entrada.
Atentamente,
El Equipo de Biblioteca.

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