"Ésta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que herviría para mezclarla con el café y hacer café con leche. Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita."

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.

PLAN DE HÁBITO LECTOR

jueves, 5 de marzo de 2020

8 DE MARZO EN NUESTRA BIBLIOTECA


Con motivo de la celebración del Día de la Mujer, el próximo 8 de marzo, os hemos preparado una antología de poemas de autoras pertenecientes a diferentes momentos literarios. Son textos de variada temática, representativos de la diversidad de inquietudes que mueven al talento femenino. ¡Que los disfrutéis!


SAFO DE LESBOS
(650/610-580 a C)

Sigue siendo mi amigo

pero busca una esposa más fresca,

que vivir no podría contigo

siendo yo la más vieja.




FLORENCIA PINAR
(1470-1530)


El amor ha tales mañas
que quien no se guarda dellas,
si se l′entra en las entrañas,
no puede salir sin ellas.
El amor es un gusano
bien mirada su figura,
es un cáncer de natura
que come todo lo sano.
Por sus burlas, por sus sañas,
dél se dan tales querellas
que si s′entra en las entrañas,
no puede salir sin ellas.
Es de diversas colores
que quien no se guarda dellas,
si se l′entra en las entrañas,
no puede salir sin ellas.
Es de diversas colores,
críase de mil antojos;
da fatiga, da dolores,
rige grandes y menores,
ciega muchos claros ojos;
y aquellos, desque cegados,
no quieren verse en clarura;
hállanse tanto quebrados,
que dicen los desdichados
es un cáncer de natura,
a quien somos sojuzgados.
Éntranos por las axilellas
cuándo quedo, cuándo apriesa,
con sospechas, con rencillas;
y al contar destas mancillas
tal se burla que s′confiesa,
y aun las más defendidas
señoras del ser humano
cuando déste son heridas,
si saben y son garridas,
y a ellas come lo sano
y a nosotros nuestras vidas.



SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
(Sor Juana Inés Asbaje y Ramírez de Santillana,1648-1695)



Que consuela a un celoso, epilogando la serie de los amores


Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos,
susténtase de llantos y de ruego.
Doctrínanle tibiezas y despego,
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.
Su principio, su medio y fin es éste;
pues ¿por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?
¿Qué razón hay, de que dolor te cueste,
pues no te engañó Amor. Alcino mío,
sino que llegó el término preciso?


CECILIA BÖHL DE FABER Y RUIZ DE LARREA
Conocida como Fernán Caballero, 24/12/1796 (Suiza)- 7/04/18779 (España)

Romance a Delgadina

Tenía una vez un rey
tres hijas como una plata;
la más chica de las tres
Delgadina se llamaba.
Un día, estando comiendo,
dijo al rey, que la miraba:
—delgada estoy, padre mío
porque estoy enamorada—
¡Venid, corred, mis criados,
a Delgadina encerradla!;
si os pidiese de comer,
dadle la carne salada;
y si os pidiese de beber,
dadle la hiel de retama.
Y la encerraron al punto
en una torre muy alta.
Delgadina se asomó
por una estrecha ventana
y a sus hermanas ha visto
cosiendo ricas toallas.
—¡Hermanas, si sois las mías…
dadme un vasito de agua,
que tengo el corazón seco,
y a Dios entrego mi alma!
—¡Yo te la diera, mi vida.
Yo te la diera, mi alma,
mas si padre rey lo sabe,
nos ha de matar a entrambas.
Delgadina se quitó
muy triste y desconsolada.
A la mañana siguiente
asomose a la ventana,
por la que vio a sus hermanos
jugando un juego de cañas.
—¡Hermanos, si sois los míos…
por Dios, por Dios, dadme agua,
que tengo el corazón seco,
y a Dios entrego mi alma!
—¡Quítate de ahí, Delgadina,
que eres una descastada;
si mi padre, el rey, te viera,
la cabeza te cortara!
Delgadina se quitó
muy triste y desconsolada.
A otro día apenas pudo
llegar hasta la ventana,
por la que ha visto a su madre
bebiendo en vaso de plata.
—¡Madre, si que sois mi madre,
dadme un poquito de agua
que tengo el corazón seco,
y a Dios entrego mi alma!
—¡Pronto, pronto, mis criados,
a Delgadina, dad agua,
unos en jarros de oro,
otros en jarros de plata.
Por muy pronto que acudieron
ya la hallaron muy postrada.
A la cabecera tiene
una fuente de agua clara;
los ángeles la rodean
encomendándole el alma,
la Magdalena a los pies,
cosiéndole la mortaja:
el delantal era de oro,
y la aguja era de plata.
Las campanas de la gloria
ya por ella repicaban,
los cencerros del infierno
por el mal padre doblaban.



ROSALÍA DE CASTRO


(María Rosalía Rita de Castro (Santiago de Compostela24 de febrero de 1837-Padrón15 de julio de 1885)



Era apacible el día
Y templado el ambiente,
Y llovía, llovía
Callada y mansamente;
Y mientras silenciosa
Lloraba y yo gemía,
Mi niño, tierna rosa
Durmiendo se moría.
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!
Tierra sobre el cadáver insepulto
Antes que empiece a corromperse... ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
Bien pronto en los terrones removidos
Verde y pujante crecerá la yerba.
¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
Torvo el mirar, nublado el pensamiento?
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!...
Jamás el que descansa en el sepulcro
Ha de tornar a amaros ni a ofenderos
¡Jamás! ¿Es verdad que todo
Para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad.
Tú te fuiste por siempre; mas mi alma
Te espera aún con amoroso afán,
Y vendrá o iré yo, bien de mi vida,
Allí donde nos hemos de encontrar.
Algo ha quedado tuyo en mis entrañas
Que no morirá jamás,
Y que Dios, porque es justo y porque es bueno,
A desunir ya nunca volverá.
En el cielo, en la tierra, en lo insondable
Yo te hallaré y me hallarás.
No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad.
Mas... es verdad, ha partido
Para nunca más tornar.
Nada hay eterno para el hombre, huésped
De un día en este mundo terrenal,
En donde nace, vive y al fin muere
Cual todo nace, vive y muere acá.



(ALFONSINA STORNI)

(Capriasca29 de mayo de 1892-Mar del Plata25 de octubre de 1938)


HOMBRE PEQUEÑITO

Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
Suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas más.


GABRIELA MISTRAL


(Chile, 7 de abril de 1889-Nueva York10 de enero de 1957)


Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.
Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.




CARMEN CONDE


(Cartagena, 15/08/1907- Majadahonda, 8/01/1996)


1. Recuperada


Sí. Eres el hueso de mi madre,
pero tu voz ya no es su voz tampoco.
La memoria de ella te rodea…
¡Su joven estatura, su alegría,
aquel ímpetu que me dio la vida!
su palabra fue marcando mi camino.
Y aquella voz tan alta y vibradora
llega muerta dentro de tu voz.
¿Y tus cabellos…; dónde tus ojos?
¿Dónde el brillo de la luz que me alumbrara?
Están secos como frutos sin estío.
No los veo ni me guían ya tus ojos.
¿Estos son los pechos que yo tuve
en mis labios sin la voz con que los nombro?
¿Es el cuerpo que me hizo, esta traza
de carne ya dormida…?
¡Pesas poco, madre!
En mis duras piernas yo te mezo,
en mis brazos te recuesto como a hija.
Te responden maternales
las entrañas que me diste.
¡Cuánto dueles! Cual un parto
me desgarra tu vejez inesperada.
A tu lado hay una sombra de mi sangre…
El amor con que me hicisteis
aún resuena en mis arterias.
Fue tu tronco el más caliente a mi contacto.
Siempre anduve yo cubierta con tu apoyo.
La conciencia, la lealtad, la fortaleza
ante la vida son las tuyas.
¡Y ahora vienes como un niño ante mis ojos:
no sonríes ni esperas nada!

2. Apagada

Los senos flotan cual hojas secas en el agua.
Senos arrugados, vergonzantes, casi huidizos…
¡Oh senos de las madres viejas,
ayer henchidos de vida, rezumándonos
la vida blanca, espesa y dulce, de la leche!
Con besos los cerraban nuestros padres.
Con suspiros velaron cuando novios
los pequeños volcanes de los senos.
Grandes flores tersas, bienolientes,
emergían en las nupcias, con su cándido
iniciarse en el amor.
Son palomas, les dijeron. Estos senos son palomas.
Las manos se ahuecaban por su espuma,
desnudándolos…
Y debajo del amor estaba el hijo:
otra boca que prendía su contacto vacilante
a los picos, a las alas de los senos.

3. Mi llama

¿Es que sabe mi madre de dónde trajo mi vida?
Se encontró conmigo un día como con una tormenta.
No sabría tampoco qué hay que hacer con el rayo.
Ni si a la lluvia frenética es posible oponerle
una orilla inflamada de llamas.
He buscado en torno mío hasta saberme sola.
Antes de mí, en mi raza, no conozco a otros seres.
¿Quiénes fueron los míos, dentro ya de mi sangre?
¿A qué otros mi cuerpo, a qué otros mi alma
continúa en la tierra?
Si se lo dijera a ella no sabría contestarme.
Tan ajena es mi lengua como le son mis ojos.
Madre, ¿sabes tú por ventura
por qué soy así yo, de quién es la nostalgia
de tantos paraísos?
La poblaría el silencio buscándole en su entraña
la raíz de las mías, y el hontanar violento
que manó mi corriente como un corcel de espuma.
Entonces se podría escuchar la distancia
que entre nosotras hay, siendo ella mi origen.
Una madre es la cueva de donde arranca el río.
Una madre es la tierra por donde corre el agua.
Pero el río…, ¡va tan lejos a buscarse océanos!
Y la tierra: en lo hondo, silenciosa, ignorante,
encima de otra tierra que también desconoce.


GLORIA FUERTES GARCÍA

(Madrid28 de julio de 1917Madrid27 de noviembre de 1998)


Amor que libera.
Ya no soy la niña amarga
que tenía un mar de llanto
y alta ortiga por el alma.
Ya no soy la niña enferma
que al oír risas lloraba,
ya salí del solitario
bosque que me acorralaba.
Ahora soy la niña verde,
porque floreció mi calma.
Ya no soy la loca triste,
ya no soy la niña blanca,
nuevo amor ha traspasado
con el nardo de su lanza
mi corazón, que ahora tiene
un nombre de menta y ámbar.
¡Ay cuánta sonrisa noto
que trepa por mis espaldas!
¡Qué brillo tienen mis ojos
viudos de siete mil lágrimas!
La vida me sabe a verso
y los besos a manzana.
El monte arregla sus pinos,
por las rocas el mar baila.
El amor danza en mi pecho.
¡Ya me quiere! ¡Ya me aguarda!
Ya no soy la loca triste,
que al oír risas gritaba,
ahora soy la niña dulce,
ya no soy mujer amarga.


El dolor envejece más que el tiempo


El dolor envejece más que el tiempo,
este dolor dolor que no se acaba,
y que te duele todo todo todo
sin dolerte en el cuerpo nada nada.
A tantos días de dolor se muere uno,
ni la vida se va,
ni el corazón se para,
es el dolor acumulado el que,
cuando no lo soportas,
él te aplasta.
Mi accidente será un buen epitafio:
Cuando una calle bajo el sol cruzaba,
de dolor– o de amor– es lo mismo,
murió desbaratada.


IDA VITALE


(Montevideo2 de noviembre de 1923)


Libro

Aunque nadie te busque ya, te busco.
Una frase fugaz y cobro glorias
de ayer para los días taciturnos,
en lengua de imprevistas profusiones.
Lengua que usa de un viento peregrino
para volar sobre quietudes muertas.
Viene de imaginaria estación dulce;
va hacia un inexorable tiempo solo.
Don que se ofrece entre glosadas voces,
para tantos equívoco, se obstina
en hundirse, honda raíz de palma,
convicto de entenderse con los pocos.

Fortuna

Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.
No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.
Ser humano y mujer, ni más ni menos.


ELVIRA SASTRE
(1992, Segovia)

Somos mujeres
Miradnos.
Somos la luz de nuestra propia sombra,
el reflejo de la carne que nos ha acompañado,
la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.


Somos el azar de lo oportuno,
la paz que termina con las guerras ajenas,
dos rodillas arañadas que resisten con valentía.
Miradnos.
Decidimos cambiar la dirección del puño
porque nosotras no nos defendemos:
nosotras luchamos.

Miradnos.
Somos, también, dolor,
somos miedo,
somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro
que pretende marcar un camino que no existe.
Somos, también, una espalda torcida,
una mirada maltratada, una piel obligada,
pero la misma mano que alzamos
abre todas las puertas,
la misma boca con la que negamos
hace que el mundo avance,
y somos las únicas capaces de enseñar
a un pájaro a volar.

Miradnos.
Somos música,
inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables,
luz en un lugar que aún no es capaz de
abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos,
porque la belleza siempre cegó los ojos
de aquel que no sabía mirar.
Nuestro animal es una bestia indomable
que dormía tranquila hasta que decidisteis
abrirle los ojos con vuestros palos,
con vuestros insultos, con este desprecio
que, oídnos:
no aceptamos.

Miradnos.
Porque yo lo he visto en nuestros ojos,
lo he visto cuando nos reconocemos humanas
en esta selva que no siempre nos comprende
pero que hemos conquistado.

He visto en nosotras
la armonía de la vida y de la muerte,
la quietud del cielo y del suelo,
la unión del comienzo y del fin,
el fuego de la nieve y la madera,
la libertad del sí y el no,
el valor de quien llega y quien se va,
el don de quien puede y lo consigue.

Miradnos,
y nunca olvidéis que el universo y la luz
salen de nuestras piernas.
Porque un mundo sin mujeres
no es más que un mundo vacío y a oscuras.

Y nosotras
estamos aquí
para despertaros
y encender la mecha.

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